Esta semana, el Gobierno podría definir la adjudicación a la empresa española Igeotest Geoscience Group, una de las 9 que participó de la licitación lanzada de urgencia y cuya oferta de 3,7 millones de dólares resultó preseleccionada a fines de mayo. Si no aparecen objeciones en el final -impugnaciones, o que la licitación termine desierta- Igeotest deberá recibir toda la información disponible sobre el submarino, armar un plan de búsqueda y en poco más de 30 días podrían iniciarse operaciones en el mar.
El trabajo más parecido a lo que sería la búsqueda del San Juan lo hicieron para el tendido de un cable submarino de electricidad entre Francia y España. «Se investiga el suelo marino, si hay obstrucciones, barcos hundidos, bombas que pueden estallar», relataron las fuentes que pusieron de ejemplo el caso de Normandía, plagada de material bélico hundido y enterrado en el lecho marino, escenario del desembarco aliado en Francia en la Segunda Guerra.
El proceso licitatorio para esta búsqueda privada del ARA San Juan comprometida por el Gobierno aún genera controversias con grupos de familiares, que descreen de todo y han criticado duramente al Gobierno y a la Armada. Quienes conocen al CEO de la empresa española, Marcelo Devincenzi, aseguran que para él no es sólo un desafío profesional sino «una tarea humanitaria y tiene muy en cuenta el dolor de los familiares». El líder de Igeotest no es ajeno al mundo naval: hizo el Liceo Naval en Río Santiago a fines de los 60, luego fue voluntario a la Antártida a bordo del Bahía Aguirre que aprovisionaba las bases argentinas en la época. Según relatan, esa experiencia lo decidió a estudiar geología.
Si se adjudica a Igeotest la búsqueda, la empresa proveerá un vehículo autónomo submarino (AUV), que será lanzado al agua y operado desde el buque. Los rastreos llegarán hasta los 1.200 metros de profundidad, en el talud (pendiente) donde se supone habría caído el submarino cuyo último contacto fue el 15 de noviembre pasado. Igeotest estimó que el rastreo del área, de 60 por 40 millas llevará 110 días, sin contar problemas de mal tiempo o desplazamientos del puerto a la zona de búsqueda.
Quienes conocen la operación indican que la clave no es el AUV, sino el equipo de alta tecnología que transporta: «la ‘estrella’ es el SAS, el sonar de apertura sintética, un equipo de avanzada que tiene gran definición de las imágenes». El AUV lleva también un «subbottom profiler» (que permite ver el perfil del terreno, y objetos enterrados), magnetómetro y una sonda de barrido lateral. El desafío es muy grande. Si se logra localizar al submarino, después un robot deberá bajar para verificar imágenes y tratar de establecer qué sucedió.
Fuente: El Once