Ricardo Antivero rompió el silencio, en diálogo con un programa televisivo, y reveló más detalles del sistema de desvío de fondos públicos instrumentado en la Legislatura entrerriana entre 2008 y septiembre de este año.
Describió el mecanismo de firma de contratos, endosos de cheques y cobro de dinero. Dijo que estaba sin trabajo y “por medio de un amigo” le llegó la propuesta de cobrar unos pesos. Señaló a Flavia Beckman, a Hugo Luna y a Hugo Mena como las personas que lo introdujeron en el sistema de contratos irregulares de la Legislatura entrerriana y acotó: “Los cheques siempre estaban firmados por Lauritto y Cáceres”.
-¿Cómo fue que llegó a tener un contrato legislativo?
-Empecé en enero de 2008 y estuve hasta 2015. Surgió por medio de un amigo. Yo estaba sin trabajo. Un buen día me habla y me dice que lo había encarado gente de confianza para hacer este tipo de cosas. Yo no tenía bien claro lo que era. En ningún momento lo tuve claro. Me dijo que íbamos a hablar con este señor Mena, que era el encargado de todo esto.
-¿Dónde fue esa reunión?
-En el negocio de él, en calle Celestino Marcó.
-¿Y qué le dijo? ¿En qué consistía el acuerdo?
-Ellos nos ofertaban que me iban a pagar un monotributo y nos iban a dar un porcentaje de un contrato. Y no teníamos que hacer nada. Simplemente todos los meses llegaba un cheque que teníamos que cobrar. Ellos me llamaban a fin de mes cuando llegaban los cheques, a mí y como a tantas otras personas, nos entregaban el cheque, íbamos al Banco de Entre Ríos de calle Monte Caseros, salíamos con el efectivo hacia una playa de estacionamiento de calle 25 de Mayo y 9 de Julio. Y ellos nos esperaban ahí.
-¿Quiénes eran ellos?
-El señor Mena y la señora Beckman. Siempre ellos dos y una persona más que no me acuerdo el apellido. Una persona mayor de bigotitos. Ellos nos esperaban ahí, le dábamos la plata y nos daba 400 pesos. Y se quedaban con toda la otra plata.
-Había cheques de 400 pesos, después aumentaron a 5.000, 6.000 pesos.
-¿Dónde firmó usted ese contrato?
-Ahí en el negocio de él.
-¿Estaba solo o había otra gente?
-Estaba la señora y siempre nos hacían pasar de a uno. Siempre éramos varios los que estábamos esperando para hacer las cosas. Empezamos sin firmar nada ni ningún contrato. Después de haber cobrado la primera plata nos llaman a los días para firmar una cantidad de papeles que supuestamente habrá sido un contrato. Nunca nos dieron lugar a que lo leyéramos. Los mismos cheques, cuando llegaban, veíamos el importe. Después más adelante hubo problemas porque la gente se les quedaba con el dinero. No volvían al estacionamiento. Entonces cambiaron la metodología y nos llamaban al negocio ese, nos daban los cheques, los endosábamos ahí y nos pagaban la plata ahí. Había una persona que no me acuerdo el apellido, el hombre mayor de bigotes, que era el cobrador.
-¿No era el señor Luna?
-Puede ser, sí, me parece que sí. A ese señor lo conocí un poco más adelante porque ellos cuando en cierta forma se les complicó un poco, porque era mucho volumen de gente, se les amontonaba.
-¿Cómo que se les amontonaba?
-Era una mesa, altos de cheques así, dos parvas así de alto de cheques. Ellos los buscaban adelante nuestro con nombre y apellido. Cuando a ellos se les complicó mucho pusieron un local en calle Alem entre 9 de Julio y Monte Caseros. El primer local. Una galería. Lo etiquetaron todo con diarios y montaron una pequeña oficina. No íbamos más a la casa ni al negocio porque se les complicaba porque se juntaba mucha gente. Ahí fue cuando lo conocí a este señor que iba y venía mientras nosotros estábamos ahí para endosar el cheque o qué sé yo, veíamos que había una cantidad de cheques. Iba con un morral al banco, cobraba y volvía con más cheques y ese era el trabajo. Así lo conocí a él.
-¿Mena nunca le dijo que respondía a tal senador o a tal político?
-No, jamás. Siempre hubo un hermetismo en eso. Nunca sabíamos. Suponíamos por lo que veíamos. Pero nunca supimos que teníamos algún lazo, como que éramos empleados de la cámara o lo que fuera.
-Los cheques en una época eran del Senado y en otra de la Cámara de Diputados.
-En una época decían “Honorable Cámara de Senadores”, después “Cámara de Diputados”, pero siempre firmados por el vicegobernador. En primera instancia por el vicegobernador Lauritto y después en la otra gestión, en 2011 hasta 2015, firmados por el vicegobernador Cáceres.
-¿Por qué dejó de recibir esto?
-En primera instancia lo acepté porque estaba sin trabajo, estaba muy mal y bueno después fui remontando y eso ya no me servía.
-¿Quiere decir que toda la gente a la que juntaban necesitaba el dinero?
-Gente de confianza y que necesitaba el dinero. A eso apuntaban. Ellos no zarandeaban la gente ni nada. Era un amigo que me recomendaba a mí y punto. Era así.
-Por eso hubo gente que se quedó con el dinero.
-Mucha gente, cuando se fue dando cuenta, se les quedaba con el dinero el primer tiempo. Por eso tomaron la iniciativa después de que le endosemos los cheques y pagarnos ahí los 400 o 500 pesos que nos daban.
-¿Y por qué se cortó?
-En mi caso se cortó porque yo había conseguido trabajo me acuerdo. Entonces les empecé a pedir si me podían dar algo más y bueno, me fueron cortando. Me daban un tiempo, unos meses, después me cortaban, hasta que no me llamaron más.
-¿Y qué le pasó cuando se enteró de lo que estaba pasando periodísticamente respecto a todo esto?
-Nos imaginábamos que en algo raro estaban por cómo había crecido este señor Mena.
-¿Cómo había crecido?
-Antes de que lo conociera por esto, yo sabía que vendía torta fritas en la calle y hacía pan casero. Tenía un puesto en calle Corrientes. Un tipo que siempre estuvo en la loca. Y empezó a crecer, montó ese súper negocio allá, empezó a cambiar de vehículos, cómo se lo veía en la calle, la ropa. Hubo un tiempo después de que dejamos de ir al local de calle Alem porque no pagaron más el alquiler e íbamos a la casa en calle Almeida, a pasos de O’Higgins, donde ahora tiene un negocio y creo que compró toda la esquina y tiene montada una granja. Y en la casa se veían muchas cosas de lujo, equipos computadoras, celulares nuevos, los chicos, todo, se veía que había crecido demasiado.
-¿Está dispuesto a declarar ante la justicia si lo convocan?
-Sí