En los tribunales de Concepción del Uruguay comenzó el juicio contra el cura acusado de abusos en Villaguay. El denunciante y víctima de Marcelino Moya declaró durante más de dos horas. El sacerdote tomó apuntes sin levantar la vista.
Pablo Huck, denunciante y víctima del cura Marcelino Moya, brindó su testimonio en la primera jornada del juicio oral que se desarrolla desde este jueves contra el sacerdote en los Tribunales de Concepción del Uruguay.
Ninguna de las partes le formuló preguntas. También declararon dos testigos y una perito psiquiatra. “Pude decir lo mío y estoy tranquilo”, contó Huck. El sacerdote acusado de corrupción de menores agravada tomó apuntes y nunca levantó la vista.
La actividad en los Tribunales de Concepción del Uruguay comenzó con retraso. Si bien el inicio del juicio oral estaba previsto para este miércoles, la intempestiva renuncia del abogado defensor de Moya, José Ostolaza, obligó a postergar la audiencia para este jueves. Asumió el rol de defensor Darío Germanier, socio del estudio de Ostolaza. Además, el sacerdote llegó con una hora de retraso a la sede judicial, lo que fue considerado “una falta de respeto” por víctimas y familiares.
Tras las lecturas preliminares, Pablo Huck, víctima y denunciante del cura, expuso durante más de dos horas ante el tribunal compuesto por María Evangelina Bruzzo, Fabián López Moras y Melisa Ríos. El Ministerio Público Fiscal (MPF) estuvo representado por Juan Pereyra y Mauro Quirolo. La fiscal que llevó adelante la investigación, Nadia Benedetti, se encuentra de licencia por maternidad. Los abogados querellantes son Florencio Montiel y Juan Cosso.
“Declaré durante más de dos horas. Hice mi descargo y me sentí cómodo. Estoy tranquilo”, confió el médico Pablo Huck poco antes de ingresar a la segunda parte de la audiencia, que comenzó pasadas las 16. El profesional narró lo vivido cuando era alumno de Moya en el Colegio la Inmaculada y en la parroquia Santa Rosa de Lima a mediados de los ’90 en Villaguay. Salvo en la audiencia, ya que el juicio se desarrolla a puertas cerradas, Huck estuvo acompañado de familiares y de miembros de la ONG Compromiso con Voz, de Villaguay.
Posteriormente, vía teleconferencia, brindó su testimonio una perito psiquiatra y luego fue el turno de dos ex compañeros de escuela de las víctimas.
A Huck le llamó la atención el silencio de la defensa, que no le formuló ninguna pregunta. Tampoco lo interrogaron los miembros del tribunal ni las otras partes. “Con el panorama que yo describí, más lo que dijo la perito y los testigos, se fue armando un rompecabezas coincidente de manera exacta con lo que narré”, consideró el profesional.
Durante la audiencia, Moya hacía como que tomaba apuntes y en toda la mañana en ningún momento levantó la vista. “Yo lo miré en varias oportunidades, pero él no se animó a enfrentarme”, relató Huck.
Marcelino Ricardo Moya fue denunciado en junio de 2015 por los dos hombres que, en su niñez y adolescencia (años 1995/1996), formaron parte de un grupo que asistía regularmente a la parroquia Santa Rosa de Lima y que eran alumnos del Colegio La Inmaculada, de Villaguay.
El cura había llegado a principios de los ’90 a Villaguay. Era un personaje expansivo, que generaba empatía y que supo cubrirse de una pátina de cura bueno, que se ganaba el aprecio de todos con sus incursiones en festividades gauchescas en las que despuntaba como payador.
Las víctimas relataron como fue cada uno de los abusos que padecieron. El primero contó que fue abusado por lo menos dos veces por semana y durante casi dos años en la habitación del sacerdote, en el primer piso de la parroquia de Villaguay, como así también cuando hicieron viajes a Viale, para realizar tareas religiosas.
El otro contó que hubo un intento de abuso, también en la habitación del cura, pero éste reaccionó y empujó al sacerdote, tras lo cual se fue de la iglesia y nunca más volvió, pese a que también era monaguillo.
Dos años después de la denuncia, el 29 de junio de 2017, el juez de Garantías de Villaguay, Carlos Ramón Zaburlín, rechazó el planteo de los defensores del cura, que reclamaron la prescripción de la causa e hizo lugar al pedido que formularon en forma conjunto la fiscal Benedetti y los querellantes y elevó el expediente a juicio oral.
La resolución de Zaburlín fue recurrida por la defensa, pero el 31 de julio de 2017, el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Concepción del Uruguay rechazó el planteo de prescripción formulado y confirmó la elevación a juicio.
La causa nuevamente fue recurrida y llegó a la Cámara de Casación Penal de Paraná el 14 de agosto de 2017. El jueves 11 de octubre último, ese tribunal, en voto dividido, rechazó la vía de la prescripción.
Ante el tercer rechazo que acumula el cura Moya en la justicia, extrañamente, su defensor, cumplido el plazo de ley, decidió no apelar ante la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ), ante el convencimiento de que en la etapa de juicio oral sobrevendría la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que tiene pendiente expedirse sobre la prescripción en la causa de los abusos del cura Ilarraz.
La Iglesia, ni bien tomó conocimiento de la apertura de la causa en la Justicia, apartó a Moya de su función de párroco y de responsable pastoral del colegio católico, que tenía a su cargo en Seguí, y abrió una investigación eclesiástica, a cuyo frente ubicó al sacerdote abogado Silvio Fariña Vaccarezza, el mismo que investigó a otro cura abusador, Justo José Ilarraz, en 1995. Pero la averiguación interna jamás avanzó.
Para este jueves por la tarde está programado el testimonio del otro denunciante, Ernesto Frutos. Además, declararán otros tres testigos: dos ex alumnos de La Inmaculada y la esposa de uno de ellos.
Moya es el tercer cura católico juzgado por abusos en Entre Ríos. Justo José Ilarraz y Juan Diego Escobar Gaviria están cumpliendo sus condenas.
Fuente: – Análisis Digital