La mirada de los especialistas
En el encuentro participaron especialistas de la talla de David Alandete, un periodista radicado en Washington como corresponsal del diario ABC de España y un experto en las campañas de desinformación que giraron en torno al Brexit. Alandete remarcó en diálogo con El Entre Ríos que «la escala que han tomado las usinas de desinformación a nivel global hace que debamos mirar con mucha atención la intervención Rusa en los procesos electorales de América Latina».
En esa línea, desde el Proyecto Desconfío Adrián Pino agregó que «el impacto que ha tenido la información falsa y las campañas de desprestigio en la elección de Brasil 2018, obliguen a periodistas e investigadores a poner la lupa sobre WhatsApp como un soporte ideal para filtrar las malditas fake news».
También estuvo en el Panel el periodista Matías Di Santi representando a «Chequeado», el equipo de fact checking de Argentina que lidera la alianza de medios «Reverso» que hoy recorre el país capacitando a periodistas en el combate a las noticias falsas. Para Di Santi, «los periodistas debemos entrenarnos aceleradamente en entender este nuevo mundo para estar alertas y evitar que la desinformación se propague sin freno en los procesos electorales».
El aporte de Brenda Struminger del diario La Nación también fue muy relevante al mostrar el modo en que los medios tradicionales se involucran hoy en el tema, dedicando recursos y tiempos de sus periodistas a entender la dinámica de las noticias falsas y publicar contenidos que adviertan a los usuarios y lectores sobre las formas que adopta este fenómeno en tiempos de elecciones.
Las formas de lo falso
El encuentro desarrollado este miércoles en Capital Federal estuvo moderado por la investigadora de UCU e integrante de Datos Concepción, Soledad Arreguez. En el recorrido por este panel de especialistas, Soledad introdujo a los asistentes señalando que «la desinformación llegó para quedarse y es parte de nuestras nuevas rutinas de acceso a la información con las que debemos convivir. Por eso nos pareció importante promover este tipo de encuentros con especialistas que están estudiando el fenómeno pero que además decidieron intervenir y actuar para poner freno a la desinformación».
En relación a las formas en que lo falso se disfraza para tratar de incidir y convencer, los especialistas citaron algunos ejemplos interesantes. Desde el proyecto «Desconfío» elaboraron un listado que incluye algunas de esas formas:
– La información no siempre es totalmente falsa, en general se mezcla lo real con lo falso.
– Las formas más frecuentes para desinformar consisten en modificar la fecha o el lugar de los hechos que se presentan. Pueden ser hechos verdaderos pero ocurridos en otro tiempo o lugar.
– La falta de contexto de la información es una de las modalidades más frecuentes que se usan en sistemas como WhatsApp. Suele ocurrir que no se menciona ninguna fuente ni origen de la supuesta información.
– El componente emocional es un elemento básico en muchas campañas de noticias falsas. Juegan con las emociones de los usuarios para tentarlos a compartir la información como pasa con secuestros, desapariciones de personas o accidentes.
– El uso de tecnología para modificar imágenes y videos se está incrementando en las técnicas de fake news. Ya existen los deep fakes, donde es posible modificar la cara de un orador y reemplazarla por la de alguna figura conocida.
Dar pelea a los fakes
En el Panel que compartieron Chequeado, La Nación, Proyecto Desconfío y ABC de España primaron los ejemplos de las acciones que se están llevando adelante desde el periodismo para poner freno al fenómeno. Allí coincidieron en la necesidad de establecer alianzas amplias entre varias organizaciones como está ocurriendo en varios países que han tenido procesos electorales. El emblemático caso de #Verificado en México con más de 60 organizaciones trabajando juntas para frenar la desinformación electoral, ha inspirado alianzas similares en otros países como ocurre actualmente en Bolivia y Argentina.
En esa senda también causó mucho interés el robot diseñado por el equipo de Datos Concepción, que guía a los usuarios en el análisis de una noticia para saber si se trata de una noticia real o un caso de fake news. El chatbot está disponible en este LINK y combina una experiencia entretenida y didáctica que ayuda a reflexionar sobre la información que compartimos de forma frecuente en nuestras redes.
Por supuesto que las Redes Sociales estuvieron en el centro de la discusión. No cabe dudas a esta altura que la facilidad con que los contenidos se generan y se propagan a través de las plataformas sociales son una parte importante del problema que permite inundar los entornos informativos de información falsa. En esa línea, también los gigantes como Facebook o WhatsApp se están integrando a proyectos colaborativos en busca de una solución que les está costando encontrar.
Por eso es interesante seguir de cerca las acciones que lleva adelante el Proyecto Desconfío, que ha decidido ampliar el marco de batalla más allá del periodismo. Hoy construyen de forma colaborativa junto a especialistas en educación los primeros materiales interactivos para llevar el tema a las aulas y fortalecer habilidades digitales que entrenen a las futuras generaciones en el uso de herramientas digitales y estrategias cognitivas para poner freno al flagelo de la desinformación.
La campaña, en la mira
El foco del Panel estuvo puesto en las campañas electorales. Desde las usinas de trolls incidiendo en los escenarios digitales al uso de bots para automatizar la propagación de información falsa, las nuevas jugadas oscuras de la política están a la orden del día. Así como los partidos políticos invierten varios millones en el posicionamiento de sus candidatos en redes sociales y canales digitales, también es cierto que una masa importante de recursos de la política está llamada a gestionar la desinformación y la desacreditación de los circunstanciales adversarios.
El tema llegó para quedarse. Y así como en Entre Rïos ya vimos los primeros atisbos de las nuevas formas de la «campaña sucia», se espera que la elección presidencial de Argentina sea un escenario propicio para ver más de estas nuevas «reglas» en contiendas electorales.
Contar con periodistas entrenados en el tema y nutrir a las audiencias de mayores habilidades y criterios para poner freno a la desinformación se vuelve un imperativo, ya no limitado a los procesos electorales, sino un desafío de la consolidación democrática misma.