Ante la dificultad de llegar a fin de mes, muchos optan por financiarse con el plástico y así acumulan una deuda que le puede tomar una década en cancelar.
En momentos de crisis, resulta tentador pagar el mínimo mensual de la tarjeta de crédito. Se trata siempre de montos más fáciles de cubrir que el total y al hacerlo, el banco deja que sigas usando el plástico para atractivos descuentos y el pago en cuotas. Sin embargo, se trata de un arma de doble filo: pagar el mínimo podría costarnos muy caro por las altas tasas de interés que pueden superar el 60% y 70% anual.
¿Cómo calcular el pago mínimo de la tarjeta de crédito?
Si bien el pago mínimo no es fijo, por lo general representa alrededor del 5% del saldo de deuda y la totalidad de todos los gastos no financiables -costos administrativos o cuotas, comisiones, impuestos y las cuotas de las compras-. El pago mínimo de la tarjeta puede tener un costo financiero total cercano al 200% anual en bancos, y de hasta un 300% en los plásticos no bancarios.
Nicolas Litvinoff, economista y director de la consultora estudinero.net, explicó a minutouno.com que «nunca conviene hacer el pago mínimo de la tarjeta de crédito porque en la práctica es como pedir un préstamo sin garantía al banco o al emisor del plástico».
¿Cómo se calcula la tasa de interés del pago mínimo?
La tasa de interés para el pago mínimo se llama costo financiero total. Según contó el economista, ésta se calcula con «un sistema de amortización directo» compuesto por una tasa de interés de referencia más una prima de riesgo. En este caso, se toma la tasa de interés de referencia de las Lebacs, que está en un 60% y 70%, y la prima de riesgo tiene que ver con la situación del mercado y la alta morosidad.
Endeudarse para pagar la tarjeta de crédito
Entonces, si se abona el pago mínimo cada 30 días, la deuda original no se reducirá porque está compuesto en mayor parte por intereses, comisiones e impuestos. Es sólo un buen negocio para el banco ya que definen el pago mínimo para cubrir los intereses y no la deuda en cuestión. Por ser un «crédito fácil» los bancos lo cobran más caro que los préstamos personales.
Además, los cargos de renovación anual, más de administración y mantenimiento de cuenta, de una tarjeta puede alcanzar hasta $500 por mes.
«Si uno usa la tarjeta de crédito como si fuese una extensión de su sueldo, realizando el pago mínimo y financiándose mes a mes, está pidiendo préstamos sin garantía. Las tasas pueden más que duplicar el costo de la mercadería o el servicio que se haya comprado», concluyó Litvinoff.