El teletrabajo redefine el paradigma laboral y adaptarse es el gran desafío

El coronavirus aceleró la implementación de otros modos de cumplir con las tareas desde el hogar. Consultores locales analizan esta tendencia.

Desde que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio para frenar el avance del coronavirus en el país, el teletrabajo se transformó en una opción para diversos rubros que admiten esta forma de realizar las tareas. Sin embargo, un estudio realizado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) dio cuenta de que en la Argentina “el porcentaje de trabajos que tienen el potencial para realizarse desde el hogar se encuentra entre un 27% y un 29% de los, pero si se considera la cantidad de hogares con uso efectivo de computadoras, la cifra se reduce al 18%”.

A nivel local, los especialistas en recursos humanos prestan especial atención a este proceso, ya que para muchas empresas y una gran cantidad de trabajadores significó un verdadero desafío implementar esta forma de trabajo remota. Hugo Reyes, licenciado en Gestión de la Calidad Total y referente de la consultora Cadena de Valor, señaló que la resolución N° 207/2020 del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social recomienda que se dispongan medidas para disminuir la presencia de trabajadores en los establecimientos, acotándose solo a aquellos indispensables, adoptando las medidas para la modalidad de trabajo a distancia. “El nuevo coronavirus ha puesto sobre la mesa, de manera inexorable, la necesidad de profundizar la implantación del teletrabajo en países como el nuestro, que estaban un tanto más retrasados en cuanto a la incorporación de estas modalidades”, dijo.

A su vez, indicó: “Nadie sabe cuánto va a durar el Covid-19 en la Argentina, pero muchas empresas entendieron rápidamente el cambio de escenario, y pusieron manos a la obra para que los negocios sigan su curso y no decaigan ni la productividad ni la motivación de quienes trabajan desde sus casas”.

No obstante, opinó: “Si bien hay muchas cuestiones por pulir, esta metodología de trabajo es mucho más viable de lo que parecía. Sin embargo, no creo que por ahora el trabajo remoto vaya a reemplazar al trabajo presencial, a no ser que haya una demostración muy contundente para convencer de que el tiempo que se gana, se materializa en un trabajo más eficiente”.

Por su parte, Gustavo Tarragona, licenciado en Ciencias Políticas, docente universitario, e integrante de la consultora Civix, evaluó: “De alguna manera la pandemia encontró a algunas empresas y organismos públicos más preparados que a otros. Muchos empleados nos hemos visto compelidos a la implementación de nuevas tecnologías, y evidentemente estamos frente a una situación en la que esta necesidad de trabajar, de relacionarnos, de producir a partir de nuevas técnicas, cambia nuestra percepción del mundo, nuestra cotidianeidad en torno al trabajo, nuestras relaciones con familiares, amistades y demás”.

A su vez, afirmó a UNO: “Creo hay grupos más proclives a adaptarse, y esto tiene que ver una cuestión más bien etaria: los más jóvenes están muchísimo más familiarizados con las nuevas tecnologías, y en cuanto a los adultos, hay quienes tienen voluntad para aprender y otros a los que se les vuelve más desafiante esta situación”.

En su reflexión sobre el teletrabajo, manifestó que una de las ventajas es que no hay que pensar en la movilidad, sobre todo en las ciudades más grandes, donde las distancias son mayores y los problemas en términos del transporte público se multiplican. No obstante, señaló: “Por otro lado, dependiendo de cómo uno lo maneje, se puede hacer difícil establecer una hora de inicio y una de cierre. En términos presenciales, uno tenía un horario de ingreso y egreso prefijado, y creo que con el teletrabajo o el home office, no desaparecen pero se desdibujan o se tornan más flexibles y eso trae aparejadas otras cuestiones, que requieren de nuevos acuerdos, sobre todo si uno trabaja en un ámbito donde no está solo sino que comparte con su grupo familiar y tiene que renegociar espacios y tiempos”.

Otro aspecto que analizó el especialista es el alcance de la dimensión tecnológica, y al respecto expresó que “existen realidades bien diferenciadas, hay inequidades y desigualdades en cuanto al acceso a las nuevas tecnologías”.

Marcos Fontana, licenciado en Comunicación Social y consultor independiente de Recursos Humanos, también abordó el análisis de esta alternativa laboral en un contexto de aislamiento y manifestó: “Pienso es que esta pandemia vino a apresurar un poco los tiempos, tanto para empleados como para empleadores. El tema es que no todos estaban preparados para un mecanismo tan acelerado: por ejemplo, hay personas que van a trabajar en su casa y tienen que compartir a lo mejor una única computadora con dos o tres integrantes más de la familia; hay hogares sin Internet o donde no funciona adecuadamente, o casos en los que no cuentan con los elementos necesita para efectuar su tarea desde su vivienda. O sea, hay un montón de factores externos que hacen que el teletrabajo no sea viable para todos”.

Asimismo, refirió: “También hay que entender que hay personas que prefieren ir a su trabajo, porque es el espacio donde socializan, se juntan con otros, tienen una rutina. Y a su vez, quedarse en su casa significa tener roces con su pareja, o con sus hijos. Precisan tener un espacio apropiado para realizar la tarea y si uno tiene que estar en línea todo el tiempo atendiendo llamados, no tiene que estar el perro ladrando, ni los niños jugando cerca”.

“En la casa hay otras cuestiones que empiezan a estorbar al momento de desempeñar la labor, y mucha gente quiere y necesita concurrir a su trabajo, sobre todo en una comunidad latinoamericana donde nos inclinamos más por el contacto físico y no tanto el virtual. Se están haciendo encuestas que dan cuenta de esta situación. Creo que lo que se puede hacer es un mix entre ir tres días a la oficina y dos trabajar desde la casa”, opinó.

Eugenio Montenegro, representante de la consultora Comunicar, reflexionó: “En general tengo una mirada positiva de lo que está pasando. Como marco general, junto a nuestro equipo de trabajo pensamos que a este cimbronazo que nos pegó este contexto específico de la pandemia como un empuje hacia un proceso de maduración de las organizaciones, de las empresas, de la industria, de los comportamientos y de la forma de relacionarse con sus equipos de trabajo y con sus clientes”.

“Muchos que ya venían modernizando sus prácticas, incorporando metodologías más ágiles, nuevas tecnologías, han profundizado este proceso. Y los que no habían aceptado que la forma de trabajar, de relacionarse con los clientes y de vender en el mundo entero están cambiando vertiginosamente, se vieron obligados a implementarlas”, sostuvo, y explicó: “Veo que muchas empresas ahora están obligadas a hacerlo. Es innovar o morir, y ahora o se adaptan o quiebran, porque es imposible sostener las mismas prácticas y los mismos paradigmas, porque cambiaron totalmente los hechos”.

“Tenemos experiencias muy lindas acompañando procesos de adaptación, y para algunos, esto conlleva un desafío muy complejo, no tanto en lo que refiere a lo tecnológico, donde hay muchas herramientas a disposición que son simples e incluso gratuitas; sino mas bien en lo cultural”, dijo a modo de conclusión.