Desde su llegada a la plataforma hace pocas semanas, el drama de NBC se posicionó rápidamente entre los contenidos más elegidos. Su abordaje más humano de los pacientes enfermos y la critica que hace al sistema de salud de Estados Unidos son algunos de los motivos que explican su popularidad. Esta nota no contiene spoilers
Los dramas médicos son un tipo de serie que ha demostrado ser bastante popular entre los televidentes. Ambientados en un hospital, cuentan las historias de pacientes comunes y corrientes que deben lidiar con problemas de salud y los dramas personales y familiares que giran alrededor de eso. Puede que esa vulnerabilidad de los personajes y la sensación de cercanía con los hechos que se muestran genere que los espectadores se sientan tan atraídos e identificados con este tipo de serie, porque exponen situaciones que les podrían suceder a todos. ER, Dr. House y Grey’s Anatomy son algunos de los programas más reconocidos entre los dramas médicos y que sirvieron para abrir el camino a más producciones. Una de las más nuevas es New Amsterdam, la adictiva serie de NBC que llegó a Netflix hace pocas semanas y que ya es furor en Latinoamérica.
La historia comienza con la llegada del Dr. Max Goodwin (interpretado por Ryan Eggold) al hospital New Amsterdam de Nueva York para desempeñarse como nuevo director médico. Max es un profesional inconformista y radical que llegó para revolucionar y “socializar” al hospital público más antiguo de los Estados Unidos. En realidad, New Amsterdam es un establecimiento ficticio inspirado en el famoso Bellevue Hospital neoyorquino. Algunas de las escenas de la serie fueron grabadas en las instalaciones de este histórico hospital de Manhattan inaugurado en 1736.
Con métodos pocos tradicionales y su frase de cabecera “How can I help?” (“¿Cómo puedo ayudar?”), el doctor Goodwin logra ganarse el respeto de sus colegas y el cariño de sus pacientes en muy poco tiempo. Para él, un indigente, un inmigrante indocumentado y el papa merecen el mismo trato y la misma atención. La igualdad y la gratuidad del acceso a la medicina son su bandera de lucha contra el sistema de salud estadounidense.
La serie apunta directamente contra el sistema sanitario norteamericano y los negocios multimillonarios que lo rodean. En Estados Unidos, para recibir atención médica hay que tener un seguro. Quienes no cuentan con uno, si se presentan en la puerta de un hospital para ser atendidos, luego deberán pagar sumas de dinero desorbitantes que no tienen. Por esa razón, mucha gente sin seguro no acude a los establecimientos médicos y termina poniendo en riesgo su salud. New Amsterdam se enorgullece de recibir a todos de manera gratuita, sin importar si tienen seguro médico o no ni si son inmigrantes ilegales o indocumentados.
Así como es un excelente médico, Max no es buen paciente. Tiene cáncer de garganta (no es un spoiler, lo cuentan en el primer episodio) y le resulta muy difícil dedicar su tiempo exclusivamente para recuperarse de la enfermedad. Le cuesta aceptar su condición y posterga su tratamiento porque para él los pacientes siempre están primero. Es también un adicto al trabajo que tapa sus problemas personales haciéndose cargo de todo en el hospital. Eso le ocasiona dificultades en la relación con su esposa Georgia (Lisa O’Hare), que está embarazada y deseosa de tener a su marido más tiempo en casa.
La serie aborda temas actuales muy sensibles dentro de la sociedad, como el racismo, la desigualdad, la inmigración, la maternidad subrogada, el abuso infantil y las adicciones, entre otras cuestiones. A veces son tratados de una manera muy políticamente correcta, intentando quedar bien con todas las minorías y dejando siempre un mensaje optimista de que aún el más malo puede convertirse en bueno. Los problemas en el hospital suelen solucionarse de formas demasiado idealistas y poco realistas. Sin embargo, la serie logra dejar satisfechos a los espectadores que buscan un programa sin golpes bajos y más amigable en donde los actos de injusticia siempre son condenados.
New Amsterdam, creada por David Schulner, se sostiene en su sólido guion y en las grandes interpretaciones de los actores que dan vida a los personajes. Además de Ryan Eggold, la serie cuenta con las actuaciones de Freema Agyeman (Dra. Helen Sharpe), Janet Montgomery (Dra. Lauren Bloom), Jocko Sims (Dr. Floyd Reynolds), Anupam Kher (Dr. Vijay Kapoor) y Tyler Labine (Dr. Ignatius “Iggy” Frome), quienes personifican a los directores médicos de los diferentes departamentos del hospital.
La serie se parece más a las de antes. La primera temporada cuenta con 22 episodios, mientras que la segunda se compone de 18, una cantidad inusual comparado con los programas actuales, que suelen ser más cortos. El motivo es que antes de llegar a Netflix se estrenó en la cadena de televisión estadounidense NBC, por lo que sus episodios son de 43 minutos y se emiten una vez por semana. Su no muy larga duración y el atractivo de que cada episodio presenta una historia diferente con nuevos pacientes, hacen que siempre sea muy difícil no querer ver un capítulo más.
Netflix cuenta con dos de las tres temporadas de la serie. La tercera, que aún no está disponible en la plataforma de streaming, se estrenó el 2 de marzo en NBC y aborda la pandemia de coronavirus. La cadena de televisión ya anunció que la serie fue renovada por una cuarta y quinta temporada, lo que demuestra una vez más el éxito que tienen los dramas médicos. Sin ir mas lejos, ER duró 15 temporadas mientras que Grey’s Anatomy va por su decimoséptima. Será cuestión de tiempo saber si New Amsterdam se trata de una simple serie de moda o si logra mantenerse vigente durante varios años más.