IFE 2021: el Gobierno niega el regreso del bono de Anses de $10.000 pero no descartó su aplicación si la pobreza empeora

“No somos necios, los datos de pobreza son terroríficos”, dijo la vicejefa de gabinete, Cecilia Todesca Bocco, en relación con las opciones que analiza el gobierno para enfrentar la segunda ola de la pandemia

No creemos que hoy, en este momento, haga falta un IFE. Pero no somos necios”, afirmó la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco, en relación a la posibilidad de que en 2021 vuelva a pagarse el bono de $10.000 que durante 2020, en tres oportunidades, recibieron los desocupados, los trabajadores informales y del empleo doméstico, entre otros sectores que quedaron imposibilitados de trabajar por la cuarentena.

La funcionaria dijo que el Ingreso Familiar de Emergencia “fue un buen instrumento y por eso se entiende por qué la gente vuelve a hablar sobre el IFE”. Pero agregó que el Gobierno decidió implantarlo “en un momento en que la gente estaba impedida de salir de su casa y hoy no estamos en ese momento. Las restricciones no son las del año pasado, tienen que ver con la nocturnidad”. Añadió que “tampoco es que nosotros tenemos la visión de que la gente está fantástica”.

No somos necios, leímos los datos de pobreza, que son terroríficos. Sabemos que en el último trimestre del año pasado y en el primero de este año tuvimos una aceleración de la inflación y eso pega en los alimentos”, agregó Todesca Bocco.

“El IFE alcanzó un universo de 9 millones de personas que es muy heterogéneo. Es muy probable que en todos esos hogares el ingreso se haya recuperado porque la gente volvió a trabajar, ya sea en el mercado formal o en el informal” (Todesca Bocco)

“No vamos a abandonar a nadie. Si las circunstancias empeoran vamos a estar muy atentos y ver cuáles van a ser los instrumentos que vamos a aplicar”, señaló, dejando abierta la posibilidad de una ayuda como la del IFE solamente atada a un escenario extraordinario como el del comienzo de la pandemia.

“Estamos listos para actuar donde hace falta”, dijo, tras señalar que ya habló con el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, para analizar la posibilidad de incrementar distintas partidas presupuestarias vinculadas a las ayudas alimentaria.

Todesca Bocco explicó además que cuando se desactivó el IFE fue reemplazado por otras medidas paliativas: “Pusimos en marcha un conjunto de políticas que para nosotros son mejores, porque tienen que ver con ese universo de 9 millones de personas que es muy heterogéneo. Es muy probable que en todos esos hogares el ingreso se haya recuperado porque la gente volvió a trabajar, ya sea en el mercado formal o en el informal”.

“El IFE fue un buen instrumento y por eso se entiende por qué la gente vuelve a hablar sobre él. Pero se creó en un momento en que la gente estaba impedida de salir de su casa y hoy no estamos en ese momento” (Todesca Bocco)

Entre esas medidas, Todesca Bocco mencionó la ampliación de la Asignación Universal Por Hijo (AUH), la devolución en las compras con tarjeta de débito, el aumento del 50% de la Tarjeta Alimentar, el nuevo plan de Becas Progresar para jóvenes. Destacó que el presupuesto destinado a desarrollo social en el año pasado fue un 91% más alto que en 2019.

El IFE tuvo un alcance de 9 millones de beneficiarios durante tres pagos de $10.000 cada uno que realizó el Gobierno a través de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) entre abril y noviembre. El programa incluyó a sectores que quedaron desprotegidos por la irrupción de la pandemia y las restricciones a la circulación y a diversas actividades económicas. Ese universo heterogéneo al que aludió Todesca Bocco comprendió desocupados, trabajadores del sector informal, personal de casas particulares y los monotributistas sociales o de las categorías A y B.

De acuerdo a datos oficiales, en total, prácticamente el 30% de la población argentina pidió a Anses cobrar los $10.000 de asistencia. Además de los 8,9 millones de casos aprobados, otros 4,6 millones de personas tuvieron sus solicitudes rechazadas, principalmente por tener un ingreso en blanco, ya sea en el caso del solicitante o de un integrante de su grupo familiar.